viernes, 9 de diciembre de 2011

Tiempo Legislativo (Ó “El Mes 13 del Año”)

Siempre lo he dicho, jamás lo voy a negar, el mejor trabajo de este mundo es ser diputado mexicano. No importa si uno es diputado federal o local, de verdad es un trabajo hermoso. Y es que no sólo es el hecho de que los curules (por lo menos los que conozco que son los de la @Asamblea__DF) son la mar de cómodos, por aquello de que uno puede llegar a hacer muchas horas nalga en ellos. Tampoco es sólo el hecho de que puedes decidir el rumbo de un estado o una nación con tus decisiones, o el hecho de que cada año puedes llenar un distrito, municipio o delegación con tu foto sonriendo (o haciendo el intento, porque no a todos les sale bien) pa’ que todo mundo sepa quién demonios eres y qué fregados has hecho. No, no, no, querido lector, ser diputado mexicano es el mejor trabajo del mundo por una simple y sencilla razón: Puedes romper con toda ley temporal que existe.

Las personas comunes y corrientes, los ciudadano de a pie, vivimos en un mundo en el que cada 24 horas tenemos un día nuevo, en el que los años duran 365 días, y en el que sólo tenemos 12 meses por año. Pero en la alejada y distante dimensión legislativa eso no pasa.
Legislandia es una dimensión paralela a México, donde sólo habitan los políticos, y que sólo tiene entrada en las sedes de cada uno de los Poderes de la Unión, entrada que guardan con gran cuidado quienes viven de este lado, en esta dimensión pues. En Legislandia, México no necesita una Reforma Laboral, ni estamos llenos de pobres. En Legislandia los diputados (y en general todos los políticos) no son servidores públicos, más bien el público está para servirles a ellos. Pero existe una propiedad de esta otra dimensión que me llama muchísimo la atención: La temporalidad en Legislandia no es igual que en esta dimensión.

Sería muy hermoso que mi concepción de que Legislandia es una dimensión paralela fuera cierta, pero la triste y vergonzosa realidad es que Legislandia sólo existe en la mente de los legisladores (que son el tema de esta columna). Y es que cómo olvidar esas interminables sesiones cuando los diputados se dedican a “discutir” el presupuesto para el país… ¡Ah! ¡Sí! Es una cosa hermosa e increíble, porque resulta que en esa dimensión que existe dentro de la mente de los legisladores un día puede llegar a durar hasta 48 horas, lo único que se necesita hacer es “parar el reloj legislativo” y listo, el día puede durar todo lo que sea necesario.

Pero esta pésima excusa para no hacer su trabajo en tiempo y forma que es aquello de “parar el reloj legislativo” no es exactamente el tema de este texto. El tema es una nueva muestra de esa extraña manera que tienen los diputados de doblar las leyes temporales, en este caso un hermoso regalo de Navidad de los diputados del Distrito Federal. Estoy hablando ni más ni menos que del fenómeno de que este año para los legisladores van a haber ¡13 meses!
Así como usted lo lee mi querido amigo. Este año en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal los diputados van a recibir el pago de un treceavo mes. Este año los diputados locales del DF, además de recibir su sueldo normal de diciembre, sus prestaciones y su aguinaldo (ya de por sí un escandaloso monto de $401 mil), los diputados nos hicieron el favor de regalarse una partida extraordinaria de $304 mil por un concepto llamado “Mes 13” que recibirán en enero de 2012, para llegar en ese mes a un total de $614 mil que recibirá cada uno de los 66 diputados… ¡Ven porque les digo que eso de ser diputado y doblar reglas temporales si sale!

Dejando de lado el hecho de que estos sueldos de austeros no tienen NADA (aun cuando según ellos esta lana que se están echando a la bolsa es “bajo los principios de equidad, racionalidad, austeridad y transparencia”), este infame Mes 13 ha sido tema de discusión toda esta semana. Y es que según los diputados, esta partida especial es para pagarles el aguinaldo a quienes trabajan con ellos en sus Módulos de Atención Ciudadana, puesto que resulta que esas personas que ahí laboran son algo así como que outsoursing, y, por lo tanto, no reciben aguinaldo. Bien, aquí sólo queda de dos: Creerles o no creerles.
En caso de que decidamos creerles, veo yo dos que tres cosillas que deben de tomarse en cuenta. Primera: no soy ningún experto en leyes, pero según yo, los aguinaldos deben de pagarse en diciembre, y no hasta enero. Segundo: ¿cómo olvidar que hace unos meses salió a la luz pública que los diputados, si bien reciben lana pa’ pagar todo esto de los Módulos de Atención Ciudadana, VARIOS no tienen dichos módulos?... Entonces ¿qué va a pasar con ese dinero? ¿Quién se lo va a quedar? Los diputados dicen que ese dinero jamás va a ir a parar a sus carteras, pero me imagino que si los que trabajan con ellos en sus Módulos de Atención no son trabajadores de la Asamblea, pues son los diputados directamente quienes les tienen que pagar, y me imagino que para ello, el dinero tiene que pasar por sus carteras. Y tercer punto: ¿por qué si este dinero es para los Módulos no estipularlo así desde un principio?

En caso de no creerles… Bueno… Creo que no tengo que dar explicación.

Lo único que yo puedo decir en esto, puesto que no soy poseedor de la verdad universal, es una cosa: Amigo diputado, amiga diputada, cuando tu abuelita te decía que no hicieras cosas buenas que parecieran malas, tenía TODA LA RAZÓN. Ya de por si no son santo de ningún ciudadano, ¿pa’ que se siguen metiendo en problemas? Háganse más sencilla la vida, y mejor sólo hagan cosas buenas que NO parezcan malas y listo.

Como siempre los invito a que me hagan llegar sus comentarios por este mismo medio (no les toma ni un minutito registrarse en Disqus) o por medio de mi Twitter (@Mornie_Aran), donde con gusto responderé. Pasen un buen día.

domingo, 4 de diciembre de 2011

“Participación” Ciudadana (Ó “Cosa de Dos”)

Todos sabemos que la política, en una generalidad (si bien no en una totalidad, existen sus excepciones) es una porquería. Algo que yo siempre he sostenido es que la clase política se ha separado de la realidad de sus gobernados hasta el punto, dirán algunos, que viven en otra realidad MUY diferente a la del ciudadano de a pie.
Alianzas, traiciones, golpes, abrazos, besos, empujones, desacreditaciones, apoyos, falsedades, calumnias, etc., etc., etc… Todo esto que acabo de decir es terreno común en la política, cosa de todos los días, cosas que podemos esperar sin mucha sorpresa de cualquier color y símbolo dentro de la política. Ya nada nos impresiona a los ciudadanos. Pero ¿qué pasa cuando esta porquería de la política invade las estructuras sociales más básicas?

El 12 de junio de 1995 se publica en el Diario Oficial de la Federación la “Ley de Participación Ciudadana para el Distrito Federal”, mismo año en el que se conforman los primeros Consejos Ciudadanos por Delegación. Para 1998 se aprueba la segunda Ley de Participación Ciudadana, misma en la que aparece por primera vez la figura de Comité Vecinal, que para 2004, dentro de la aprobación de la tercera Ley de Participación Ciudadana, cambia de denominación para transformarse en Comité Ciudadano. Estas herramientas, en un inicio, parecían una gran idea, una nueva manera en la que los ciudadanos podríamos tener mayor participación (valga la redundancia) en las decisiones que tomara el gobierno. Pero lo más importante, era una manera de organización ciudadana en la que no existían colores, sabores, olores… Bueno, pa’ hacer el cuento corto, en la que no existían partidos políticos involucrados. Eran ciudadanos trabajando por mejorar sus colonias, sus delegaciones… Sólo ciudadanos. Todo era tan bonito en aquellos ayeres…
Esto que les voy a contar es una historia, que sé por un conocido mío, basada en hechos reales en la que, por cuestiones de seguridad personal y de mí conocido, debo omitir nombres:

Había una vez una colonia en la delegación “!” llamada la Colonia “@”. La Colonia “@” era como cualquier otra: Ni chica ni grande, más bien mediana, en donde vivía gente de clase media media, ni ricos ni pobres, sino todo lo contrario. La Colonia “@” tenía ya mucho tiempo de vivir gobernada por el mismo partido, y existía un sentimiento generalizado de olvido, porque la Colonia”@” era como el jamón del sándwich, estaba entre unas colonias de nivel socioeconómico MUY alto y otras de nivel socioeconómico bajo.
En esta colonia vivía un joven, “%”, que tenía muchas ganas de ayudar a mejorar su colonia. “%” decidió un día, por medio de una cuenta en una red social, hacer una junta, tanto para conocer a sus vecinos como para entender un poco más las quejas y reclamos que tenían, y ver cómo, de la mano de sus vecinos, podían empezar a resolverlos. En su búsqueda de encontrar maneras de ayudar a la Colonia “@” y a sus vecinos, “%” buscó a sus representante, ya fueran de la delegación”!” o alguno de sus diputados, y lo logró. Pudo convencer a dos, que amablemente se ofrecieron a participar en esa junta e intentar apoyar a los vecinos. Cabe aclarar que en la Colonia “@” existía un Comité Ciudadano, mismo del cual “%” tenía poco conocimiento hasta ese momento. Cuando el  Comité se enteró de que “%” iba a llevar a cabo esta junta rápidamente le hablaron a “%” para pedirle, de manera muy grosera, una explicación de por qué estaba llevando a cabo dicha junta. Bueno, en realidad quien le habló de manera MUY grosera a “%” fue una expresidenta de colonos, que ahora era la jefa de la Asociación de Residentes y Propietarios de la Colonia “@”…
Esta señora, a quien llamaremos doña “X”, además de ser grosera, llegó hasta el punto de asegurarle a “%” que entre la Asociación de Residentes y Propietarios y el Comité Ciudadano, y cito, “tenemos TODO el poder en la colonia” y que ahí no se podía hacer nada sin que se autorizara con ellos, que ningún colono podía llevar a cabo acciones de ningún tipo sin su autorización. A “%” le impresionó la prepotencia y delirios de grandeza de doña “X”, mismos que confirmó doña “XX”, hija de doña “X” y virtual heredera del puesto de presidenta del Comité Ciudadano de la Colonia “@”, pero como “%” ya tenía el compromiso con sus vecinos y los representantes que contactó, llevó a cabo la junta, en la que confirmó que sus vecinos tenían muchas quejas, además de que confirmó que tanto el Comité como la Asociación eran virtualmente desconocidos en la colonia, y que obviamente, si la Asociación y el Comité de verdad buscaban el mejoramiento, sus acciones no eran conocidas. “%” escuchó a sus vecinos y decidió que, por su lado, iba a llevar a cabo acciones que ayudaran, por pequeñas que fueran, a su colonia. Decidió, también, que iba a buscar el apoyo tanto de su delegación como de sus diputados. El Comité Vecinal y la Asociación lo han insultado, ofendido y hasta amenazado con no dejarlo entrar a nada que tenga que ver con esas dos instituciones. Lo han llamado “esquirol” de la delegación, lo han acusado sin fundamentos de ser un trabajador encubierto de la delegación, un provocador de la delegación. En un enfrentamiento que ocurrió entre “%” y doña “XX” hasta llegaron al punto de amenazarlo con hacer que lo detuviera la policía. Al día de hoy, “%” sigue trabajando por la colonia “@”, siempre con la constante amenaza de que está “usurpando” acciones que deberían de ser hechas por el Comité, y que tenga cuidado porque “es un delito lo que estás haciendo”.

¿Por qué les cuento esta historia? Esto es a lo que se ha enfrentado mi conocido en su esfuerzo por ayudar a mejorar la colonia. Doña “XX” es una persona que está identificada muy fuertemente con el partido contrario al gobernante en la delegación “!”. El Comité Ciudadano de la Colonia “@” son un grupo de 10 personas, a lo más, que desde hace años mantienen este puesto, solamente rolándoselo entre ellos. Se han amafiado, y ahora en vez de ayudar a la colonia, se dedican a atacar al delegado por las cosas que no ha hecho. Se dedican a criticar y criticar y rara vez (si no es que nula vez) proponen. No sólo cometieron calumnia y difamación en contra de “%”, sino que llegaron a ir en contra de la Ley de Participación Ciudadana, en su artículo 12, inciso primero, al amenazarlo con negarle la entrada y participación en cualquier asamblea que realice el Comité, pues ese artículo dice que el ciudadano tiene el derecho de “Participar con voz y voto en la asamblea ciudadana”. Curiosamente, y nomás les paso el dato, la Ley de Participación Ciudadana establece que el habitante de una colonia tiene la obligación de respetar las decisiones que se adopten en las asambleas ciudadanas de su colonia, pero no tiene la obligación de consultar TODOS Y CADA UNA de sus acciones con el Comité Ciudadano, a ver si el Comité le da la posibilidad de llevarlas a cabo. De hecho en uno de sus apartados esta Ley establece que cualquier ciudadano puede solicitar el apoyo de las distintas delegaciones del Distrito Federal por su propia cuenta para la ejecución de una obra o la prestación de un servicio público, colectivo o comunitario, aportando para su realización recursos económicos materiales o trabajo personal.

Y es que, querido lector que me ha aguantado hasta este momento, la participación ciudadana no se trata de sólo golpear y criticar que las cosas no se están haciendo. De hecho, en mi concepción, nada más alejado. La participación ciudadana se trata de que un ciudadano, grupo de ciudadanos, colonia, Comité Ciudadano, asociaciones, y hasta delegaciones (entiéndase como todos los habitantes de la delegación, no el gobierno) enteras trabajen, ya sea independientemente o en conjunto con sus gobernantes, por el mejoramiento de la ciudad, o en este caso, de la colonia, pero TODO bajo la concepción de que, a diferencia de este comité ciudadano, la política no debe de involucrarse al momento de buscar el mejoramiento de esta colonia.
En muchos casos reina el desconocimiento de las atribuciones de las Delegaciones y del Gobierno del Distrito Federal. Pero en cosas tan sencillas, como por ejemplo, el mantenimiento de un parque… Pues es cosa de 2. Si la Delegación, por X o por Y no puede brindar el servicio de riego, ¿qué les cuesta a los vecinos organizarse y pedir permiso en la delegación para que ellos mismos rieguen el parque?
Existen muchas y muy variadas acciones que los vecinos pueden tomar, repito, de la mano o no de su Delegación. En vez de estarse peleando de que si el delegado hace o deja de hacer en reclamos con claros tintes partidistas, ¿por qué no mejor trabajar por mejorar? La razón es simple: El mexicano quiere que Papi Gobierno le de todo masticado, pero no está dispuesto a hacer nada por obtenerlo. En este caso, al estar TAN identificados con un partido contrario al gobierno delegacional, peor, puesto que sólo buscan maneras de dañar a la delegación bajo cualquier excusa, en vez de buscar una armonía.
Cuando el gobierno falla, si, debe de existir una exigencia a la rendición de cuentas, una presión para que se lleven a cabo las acciones prometidas, una exigencia a que el gobierno haga su trabajo. ¿Pero por qué buscar sólo la confrontación, el enfrentamiento? Cuando uno se dedica sólo a enfrentarse, a pelearse, se olvida de hacer lo que realmente importa. O por lo menos eso creo…

jueves, 1 de diciembre de 2011

Los Muppets (Ó “Nostalgia del pasado”)

Existen cosas que no importa cuánto tiempo pase, siguen estando vigentes… Si no, pregúntenle al “niño de 13 años” Chabelo, que lleva 43 años haciendo su programa, y con mucho éxito, o un orgullo nacional: Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, que en 1934 empezó su famoso programa en la XEW, y que hasta el día de hoy “el grillito cantor” sigue entreteniendo a propios y extraños. Otro ejemplo son los personajes de Jim Henson que aparecen en Plaza Sésamo, que desde 1972 entretienen a niños de todo el mundo.

En este caso les quiero hablar de los “hermanos” de Plaza Sésamo: Los Muppets. Kermit (René) la Rana, Peggy, Gonzo, Fozzie, Rufo y Animal serán nombres que todos conocemos y amamos, y este 2011 hacen un, en mi opinión, triunfal regreso al cine, después de 12 años, con su película titulada simplemente “The Muppets”. De la mano de Amy Adams, y Jason Segel, a quienes algunos ubicarán como Marshall de “How I Met Your Mother” y quien además es guionista de la película, los Muppets, ahora separados y con líneas de vida completamente diferentes, tienen como misión salvar el teatro-estudio donde solían grabar su show, que está en peligro de ser demolido por el empresario Tex Richman, interpretado por Chris Cooper.

Kermit la Rana está ahora retirado viviendo en su casa de Los Ángeles, Gonzo es un importante empresario de inodoros de la mano de su “amada” Camila la gallina, Fozzie hace show baratos en Reno, Animal está internado en una clínica para controlar sus problemas de ira y Miss Peggy es editora de una importante revista de modas (y en un impresionante giro de eventos, y en contra de toda predicción, separada de Kermit), y aun así logran regresar a la pantalla grande con una trama que si bien podrían haberla hecho más interesante, está bien realizada y que es, dentro de la fantasía, creíble.
La primera media hora de la película no esperen reír mucho, pero sin lugar a dudas llegarán a las lágrimas por la risa, producto de una comedia muy ingeniosa que reina en todo el resto de la película, donde se revive de manera increíble el original Show de los Muppets que inició por allá de 1976, con la comedia blanca que todos recordamos, los números musicales y, sobre todo, las estrellas invitadas.


La película cuenta con la participación de figuras como Jack Black, interpretándose a sí mismo, Emily Blunt como la recepcionista de Miss Pegy (repitiendo el papel que hizo en “El Diablo Viste a la Moda, donde era la recepcionista de Miranda), Zach Galifianakis, de la película “¿Qué pasó ayer?”, interpretando a un vagabundo, además de los cameos de Whoopie Goldberg, Selena Gomez, Katy Perry, Dave Grohl (baterista de Nirvana), Neil Patrick Harris, quien interpretó hace años al Dr. Doogie Houser y ahora participa como Barney en “How I Met Your Mother”, el famosísimo Jim Parsons (Sheldon de “The Big Bang Theory”), Mila Kunis, Mickey Rooney, entre otros.

La película de los Muppets asegura que el espectador va a desbordar de la risa, ya sea chico, mediano o grande, pero especialmente si uno es adulto va a tener una nostalgia por el pasado, por ese pasado que muchos de nosotros todavía tuvimos el placer de conocer, en el que las series de televisión, como el Muppet Show, o en mi caso Muppet Babies (y uno que otro capítulo del show original que he encontrado en Internet), eran series “blancas”, que no debían de recurrir a una violencia desbordante para entretener, y donde un pastel en la cara o zapatos flatulentos eran suficientes para reír por horas.
Aunque claro, si van con sus hijos, hermanos pequeños o demás familiares que sólo admiten en películas clasificación “A”, podrán tener la oportunidad de sonar como los abuelos y decirles “Estos son los personajes con los que yo crecí”, y aun así los niños saldrán con una sonrisa en la cara.

Una película muy recomendable, además de que si Disney, propietaria de los Muppets, maneja bien las cosas, podrán revivir a estos personajes con nuevos bríos y volver a encantar, como nos encantaron a nosotros, a los públicos más jóvenes.

Como siempre les hago la atenta invitación a que comenten este texto por este mismo medio o a través de mi Twitter (@Mornie_Aran), donde con gusto responderé a sus mensajes.