domingo, 4 de diciembre de 2011

“Participación” Ciudadana (Ó “Cosa de Dos”)

Todos sabemos que la política, en una generalidad (si bien no en una totalidad, existen sus excepciones) es una porquería. Algo que yo siempre he sostenido es que la clase política se ha separado de la realidad de sus gobernados hasta el punto, dirán algunos, que viven en otra realidad MUY diferente a la del ciudadano de a pie.
Alianzas, traiciones, golpes, abrazos, besos, empujones, desacreditaciones, apoyos, falsedades, calumnias, etc., etc., etc… Todo esto que acabo de decir es terreno común en la política, cosa de todos los días, cosas que podemos esperar sin mucha sorpresa de cualquier color y símbolo dentro de la política. Ya nada nos impresiona a los ciudadanos. Pero ¿qué pasa cuando esta porquería de la política invade las estructuras sociales más básicas?

El 12 de junio de 1995 se publica en el Diario Oficial de la Federación la “Ley de Participación Ciudadana para el Distrito Federal”, mismo año en el que se conforman los primeros Consejos Ciudadanos por Delegación. Para 1998 se aprueba la segunda Ley de Participación Ciudadana, misma en la que aparece por primera vez la figura de Comité Vecinal, que para 2004, dentro de la aprobación de la tercera Ley de Participación Ciudadana, cambia de denominación para transformarse en Comité Ciudadano. Estas herramientas, en un inicio, parecían una gran idea, una nueva manera en la que los ciudadanos podríamos tener mayor participación (valga la redundancia) en las decisiones que tomara el gobierno. Pero lo más importante, era una manera de organización ciudadana en la que no existían colores, sabores, olores… Bueno, pa’ hacer el cuento corto, en la que no existían partidos políticos involucrados. Eran ciudadanos trabajando por mejorar sus colonias, sus delegaciones… Sólo ciudadanos. Todo era tan bonito en aquellos ayeres…
Esto que les voy a contar es una historia, que sé por un conocido mío, basada en hechos reales en la que, por cuestiones de seguridad personal y de mí conocido, debo omitir nombres:

Había una vez una colonia en la delegación “!” llamada la Colonia “@”. La Colonia “@” era como cualquier otra: Ni chica ni grande, más bien mediana, en donde vivía gente de clase media media, ni ricos ni pobres, sino todo lo contrario. La Colonia “@” tenía ya mucho tiempo de vivir gobernada por el mismo partido, y existía un sentimiento generalizado de olvido, porque la Colonia”@” era como el jamón del sándwich, estaba entre unas colonias de nivel socioeconómico MUY alto y otras de nivel socioeconómico bajo.
En esta colonia vivía un joven, “%”, que tenía muchas ganas de ayudar a mejorar su colonia. “%” decidió un día, por medio de una cuenta en una red social, hacer una junta, tanto para conocer a sus vecinos como para entender un poco más las quejas y reclamos que tenían, y ver cómo, de la mano de sus vecinos, podían empezar a resolverlos. En su búsqueda de encontrar maneras de ayudar a la Colonia “@” y a sus vecinos, “%” buscó a sus representante, ya fueran de la delegación”!” o alguno de sus diputados, y lo logró. Pudo convencer a dos, que amablemente se ofrecieron a participar en esa junta e intentar apoyar a los vecinos. Cabe aclarar que en la Colonia “@” existía un Comité Ciudadano, mismo del cual “%” tenía poco conocimiento hasta ese momento. Cuando el  Comité se enteró de que “%” iba a llevar a cabo esta junta rápidamente le hablaron a “%” para pedirle, de manera muy grosera, una explicación de por qué estaba llevando a cabo dicha junta. Bueno, en realidad quien le habló de manera MUY grosera a “%” fue una expresidenta de colonos, que ahora era la jefa de la Asociación de Residentes y Propietarios de la Colonia “@”…
Esta señora, a quien llamaremos doña “X”, además de ser grosera, llegó hasta el punto de asegurarle a “%” que entre la Asociación de Residentes y Propietarios y el Comité Ciudadano, y cito, “tenemos TODO el poder en la colonia” y que ahí no se podía hacer nada sin que se autorizara con ellos, que ningún colono podía llevar a cabo acciones de ningún tipo sin su autorización. A “%” le impresionó la prepotencia y delirios de grandeza de doña “X”, mismos que confirmó doña “XX”, hija de doña “X” y virtual heredera del puesto de presidenta del Comité Ciudadano de la Colonia “@”, pero como “%” ya tenía el compromiso con sus vecinos y los representantes que contactó, llevó a cabo la junta, en la que confirmó que sus vecinos tenían muchas quejas, además de que confirmó que tanto el Comité como la Asociación eran virtualmente desconocidos en la colonia, y que obviamente, si la Asociación y el Comité de verdad buscaban el mejoramiento, sus acciones no eran conocidas. “%” escuchó a sus vecinos y decidió que, por su lado, iba a llevar a cabo acciones que ayudaran, por pequeñas que fueran, a su colonia. Decidió, también, que iba a buscar el apoyo tanto de su delegación como de sus diputados. El Comité Vecinal y la Asociación lo han insultado, ofendido y hasta amenazado con no dejarlo entrar a nada que tenga que ver con esas dos instituciones. Lo han llamado “esquirol” de la delegación, lo han acusado sin fundamentos de ser un trabajador encubierto de la delegación, un provocador de la delegación. En un enfrentamiento que ocurrió entre “%” y doña “XX” hasta llegaron al punto de amenazarlo con hacer que lo detuviera la policía. Al día de hoy, “%” sigue trabajando por la colonia “@”, siempre con la constante amenaza de que está “usurpando” acciones que deberían de ser hechas por el Comité, y que tenga cuidado porque “es un delito lo que estás haciendo”.

¿Por qué les cuento esta historia? Esto es a lo que se ha enfrentado mi conocido en su esfuerzo por ayudar a mejorar la colonia. Doña “XX” es una persona que está identificada muy fuertemente con el partido contrario al gobernante en la delegación “!”. El Comité Ciudadano de la Colonia “@” son un grupo de 10 personas, a lo más, que desde hace años mantienen este puesto, solamente rolándoselo entre ellos. Se han amafiado, y ahora en vez de ayudar a la colonia, se dedican a atacar al delegado por las cosas que no ha hecho. Se dedican a criticar y criticar y rara vez (si no es que nula vez) proponen. No sólo cometieron calumnia y difamación en contra de “%”, sino que llegaron a ir en contra de la Ley de Participación Ciudadana, en su artículo 12, inciso primero, al amenazarlo con negarle la entrada y participación en cualquier asamblea que realice el Comité, pues ese artículo dice que el ciudadano tiene el derecho de “Participar con voz y voto en la asamblea ciudadana”. Curiosamente, y nomás les paso el dato, la Ley de Participación Ciudadana establece que el habitante de una colonia tiene la obligación de respetar las decisiones que se adopten en las asambleas ciudadanas de su colonia, pero no tiene la obligación de consultar TODOS Y CADA UNA de sus acciones con el Comité Ciudadano, a ver si el Comité le da la posibilidad de llevarlas a cabo. De hecho en uno de sus apartados esta Ley establece que cualquier ciudadano puede solicitar el apoyo de las distintas delegaciones del Distrito Federal por su propia cuenta para la ejecución de una obra o la prestación de un servicio público, colectivo o comunitario, aportando para su realización recursos económicos materiales o trabajo personal.

Y es que, querido lector que me ha aguantado hasta este momento, la participación ciudadana no se trata de sólo golpear y criticar que las cosas no se están haciendo. De hecho, en mi concepción, nada más alejado. La participación ciudadana se trata de que un ciudadano, grupo de ciudadanos, colonia, Comité Ciudadano, asociaciones, y hasta delegaciones (entiéndase como todos los habitantes de la delegación, no el gobierno) enteras trabajen, ya sea independientemente o en conjunto con sus gobernantes, por el mejoramiento de la ciudad, o en este caso, de la colonia, pero TODO bajo la concepción de que, a diferencia de este comité ciudadano, la política no debe de involucrarse al momento de buscar el mejoramiento de esta colonia.
En muchos casos reina el desconocimiento de las atribuciones de las Delegaciones y del Gobierno del Distrito Federal. Pero en cosas tan sencillas, como por ejemplo, el mantenimiento de un parque… Pues es cosa de 2. Si la Delegación, por X o por Y no puede brindar el servicio de riego, ¿qué les cuesta a los vecinos organizarse y pedir permiso en la delegación para que ellos mismos rieguen el parque?
Existen muchas y muy variadas acciones que los vecinos pueden tomar, repito, de la mano o no de su Delegación. En vez de estarse peleando de que si el delegado hace o deja de hacer en reclamos con claros tintes partidistas, ¿por qué no mejor trabajar por mejorar? La razón es simple: El mexicano quiere que Papi Gobierno le de todo masticado, pero no está dispuesto a hacer nada por obtenerlo. En este caso, al estar TAN identificados con un partido contrario al gobierno delegacional, peor, puesto que sólo buscan maneras de dañar a la delegación bajo cualquier excusa, en vez de buscar una armonía.
Cuando el gobierno falla, si, debe de existir una exigencia a la rendición de cuentas, una presión para que se lleven a cabo las acciones prometidas, una exigencia a que el gobierno haga su trabajo. ¿Pero por qué buscar sólo la confrontación, el enfrentamiento? Cuando uno se dedica sólo a enfrentarse, a pelearse, se olvida de hacer lo que realmente importa. O por lo menos eso creo…

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